viernes, febrero 02, 2007

DARIO ARGENTO’S PELTS: La Piel que brilla


Ejercer de fan y ser objetivo no son asuntos compatibles. Seria un descerebrado absoluto si afirmase rotundamente que logro desligar totalmente mis recuerdos emotivos a la hora de enfrentarme a cada nueva obra de mis autores favoritos. A mí, la filmografía de Dario Argento me ha dado mucho placer en el pasado: soy de los que piensan que su etapa del 75 al 87 es sencillamente prodigiosa. Dicho esto, aunque siempre he estudiado cada una de sus películas posteriores a este periodo con especial cariño y absurda benevolencia, creo sinceramente que el tío Dario ha ido perdiendo fuelle desde los noventa hasta la actualidad. No hay ningún problema con eso, supongo que se trata del “ciclo de la vida” que se aplica de manera implacable a la inmensa mayoría de los creadores que nos han emocionado en algún momento. Mi problema con Argento se dio cuando pasó de obras decididamente menores como “Trauma” o “Non Ho Sonno” a firmar productos desganados y sin fuerza como “El fantasma de la opera” o “El Jugador”. Parecía que el romano se había cansado de si mismo y del cine en general; era difícil encontrar su estilo, su nervio o un mísero apunte de pasión en sus trabajos más recientes. Con este escepticismo bien merecido me enfrenté a “Pelts”, su segunda incursión en esa irregular serie que está sirviendo para engrosar la cuenta corriente de ese tipo listo llamado Mick Garris. Pero este fan desencantado se encontró con algo que no esperaba…
“Pelts” es, sin duda, el trabajo más logrado de Dario Argento desde aquella extraña, excesiva y fascinante “The Stendhal Sydrome”. No voy a describir la premisa porque es lo suficientemente básica (o si me apuráis, estúpida) que ni merece la pena. Aunque seguramente esa misma elementalidad del material ha permitido que el maestro italiano del terror campe a sus anchas y, evidentemente, goce a tope con la forma de esta película de una hora. Todas las sabidas constantes de su cine están presentes en este capítulo: escenas de violencia sádicas y minuciosas; la omnipresencia de la naturaleza y la putrefacción; un uso expresivo y arriesgado de la luz y el color; un sentido de humor malintencionado que no hace sino volver a dejar en evidencia la oscura visión del mundo del director romano (ni un solo personaje que no sea un/a inescrupuloso, ambicioso, hijo de puta o sencillamente un/a desquiciado) Suman puntos los efectos de Nicotero y Berger, que por primera vez logran apartarse del terreno de las mascaras de monstruitos y las prótesis psicotrónicas que predominan en la serie y marcarse una exhibición de violencia ultrarrealista. Claudio Simonetti vuelve a aportar lo que hace falta con su partitura electrónica que, en esta ocasión, ejerce de sugerente contrapunto con los paisajes que evocan a la “América profunda”. El reparto, bizarro e irresistible, termina de redondear la jugada: desde el siempre entrañable y acertado John Saxon al inconmensurable Meat Loaf, necesariamente pasado de rosca en la piel del protagonista, el peletero sediento de dinero y sexo. Y éste es último punto a destacar en la que es la última obra de Argento (a la espera del estreno de “La Terza Madre”) Como ya venía anunciándose en sus ultimas películas, el sexo gana importancia a grandes zancadas en el cine del director de “Inferno”. Si las cosas siguen como parece adelantar este “Pelts”, el “Eros” puede enriquecer enormemente el cine de este esteta del “Thanatos”.
Ahora, no debéis olvidar que el impetuoso fan de Dario Argento que llevo adentro puede haber tomado el control de lo que escribo y que todo lo expuesto anteriormente no sea más que la visión deformada de un tipo que no consigue ser objetivo. Si los cincuenta minutos de pleno deleite que me ha proporcionado “Pelts” no son sino fruto de “ver lo que quiero ver”, resultará que el autoengaño está haciendo maravillas para un servidor.
Ramiro García Bogliano

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